PALABRACAIDISTA
Héctor
Rosales acaba de inaugurar la colección "Las otras voces",
de la catalana Montebarna Ediciones, con la publicación aumentada
y corregida del poemario Desvuelo (primera edición de Libros
del Mirador y Els Llibres del Mirall, Montevideo-Barcelona, 1984).
El primer texto, autorreferido al oficio
de poeta, dice: "le pone lentes al espejo/ le pregunta/ rostros/
recurre al vértice oculto de la esfera/ y se sienta en el
giro y escribe". Ya desde el título sus libros marcan
casi siempre una tendencia al trastocamiento de los sustantivos
centrales: Alrededor el asedio (Premio Ministerio de Cultura, Ediciones
del Mirador, 1992/93); Habitantes del grito incompleto (Trilce,
1992); El manantial invertido (Barcelona, 1994/96; Santiago de Compostela,
1995), entre otros.
Nacido en el montevideano barrio de Aires
Puros en 1958, este compatriota se encuentra radicado en Barcelona
desde 1979, donde hasta 1986 integró, junto a varios poetas
españoles, el Grupo Ahora. Entre sus actividades el grupo
publicó estudios críticos de poetas contemporáneos,
una colección de plaquetas tituladas Poesía para el
viento, libros artesanales y lo que denominaron Carpetas, inmersas
en el movimiento de Arte Postal.
Desde su inserción en España,
Rosales se preocupó por difundir, en el difícil territorio
editorial de aquel país, la voz de varios poetas uruguayos
actuales, editando plaquetas y poemas en revistas y leyendo sus
textos en recitales. Cuando en 1993 el músico Fernando Cabrera
viajó al norte, el Ayuntamiento de Barcelona produjo un recital
conjunto de ambos artistas (Rosales, voz y texto, Cabrera en guitarra)
en el Centro Pati Llimona, luego editado en una casete titulada
Barcelona al Sur.
Entre noviembre de 1994 y setiembre de 1996
Rosales dirigió la colección "Las hojas del diluvio",
con plaquetas poéticas bimensuales dedicadas a autores hispanoamericanos
(León Batista, de Santo Domingo, la chilena Verónica
Zondek, el cubano radicado en Nueva York José Kozer, la argentina
Neus Aguado, el canario José Carlos Cataño) dedicando
una primera serie a autores uruguayos (Rolando Faget, Marosa di
Giorgio, Rafael Courtoisie, entre otros). Mientras su poesía
comienza a ser traducida a varios idiomas (francés, portugués,
catalán, gallego, polaco, inglés y alemán)
él se preocupa de no perder contacto con Uruguay, donde,
a pesar de la distancia, genera una sostenida recepción de
su obra. Este poeta del exterior ha dicho: "Volver a Montevideo
es hacerlo hacia el pasado. Y nunca mejor dicho. Por un lado tiene
una enorme carga de cosa entrañable, como que tenemos solamente
una edad y al volver mantenemos esa edad que no tiene aristas, que
no tiene un rostro definido".
Sobre la poesía de Rosales el poeta
Alvaro Ojeda ha escrito: "Utiliza la neologización permanentemente,
su libro Desvuelo es en sí una porción de cifras no
concluidas. El desvuelo, la fatiga del no-descanso y el vuelo, el
síndrome de la huida, temblorosa voz de la patria. La fragmentación
del discurso, su recabar en ciertos objetos físicos y espirituales,
esta especie de deforestación del alma, rige los versos del
que parte sin destino cierto, salvo un feroz disimulo: el manejo,
el acomodamiento, la trama". A modo de ejemplo, el poema "Letanía"
dice: "que la roca no se cansara de su peso/ y que debajo las
escamas del anhelo/ fueran libélulas que la vileza disecó/
que del temporal estallaran las cometas/ cegando al cielo abofeteado/
que contra las cunetas del impulso/ prismáticos y navíos
quedaran mutilados/ que de tan inaccesible tanto/ se mofara/ la
liverdad".
Desde fines de 1996 Rosales cuenta con una
de las páginas web más completas que puedan encontrarse
en España a nivel de poesía (http://www.hrosales.com).
Con fotos del también compatriota Marcelo Isarrualde, se
puede ver y leer allí un perfil biográfico y acceder
a una completísima lista de "referencias críticas",
así como a poemas de varios de sus libros y de este Desvuelo,
que puede adquirirse a través de la sección de Montebarna,
o de su dirección de correo electrónico: montebarna@terra.es.
Volviendo al primer poema citado, éste
finaliza calificando al poeta como un "palabracaidista".
Cuando le pregunté "Si tuvieras que elegir entre el
ángel caído, el riesgo del trapecista, o el payador
que improvisa desde lo hondo sus coplas, ¿con cuál
te quedarías?", Rosales respondió: "Con
el ángel trapecista que se rompió el alma".
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